Desiderio Ardáiz Molina, nació en Piedrahita de Juarros, provincia de Burgos, el 20 de enero del año 1900. El día 3 de enero de 1916 llega al Aspirantado de Bujedo (Burgos), un adolescente de 16 años, para iniciar su formación religiosa y académica. Pronto será nuestro Hno. Mauricio Fabián. Tras superar su noviciado canónico y los estudios de Magisterio, salió a desempeñar su labor de religioso educador.
El primer campo de apostolado fue Andalucía: la escuela gratuita de San Miguel Arcángel (Mirandilla) de Cádiz y el Colegio Sagrado Corazón de Jerez . Melilla, Córdoba, Almería(1943) como Subdirector y en los dos últimos de su vida, 1957-1959, como profesor de Ciencias) Tenerife, Griñon (Madrid), Arucas(Gran Canaria), completan sus 43 años de vida religiosa y 34 de profesión perpetua. Una vida llena de espíritu religioso y de un entusiasmo profesional por la educación de sus alumnos.
En 1924 llega al Colegio Nuestra Señora del Carmen de Melilla, por un periodo de 14 años. Ya aparece en él su amor por los libros y su fidelidad al deber, que le caracterizará siempre. “Él no perdía un momento”, dice un testigo. La corrección de cuadernos y sus inquietudes científicas, ocupaban todo su tiempo. Pasaba la vista por los periódicos, deteniéndose sólo en las páginas más instructivas. Fiel al deber, siempre en su puesto, sin respeto al cansancio o indisposición. Como consideraba el tiempo como un tesoro, se permitía censurar a sus Hnos. de comunidad que lo despilfarraran con largas conversaciones con los alumnos o en lecturas sin utilidad.
Pronto sus estudios se orientarán hacia las Ciencias Naturales, la Botánica sobre todo. Entre los años 1928 y 1933 se dedicó a estudiar las plantas del Rif Oriental (Marruecos) realizando numerosísimas excursiones de herborización. Seis años de duros trabajos, acompañado por los Hnos. de su Comunidad. Durante los años 1930-1933 tuvo por compañero en sus herborizaciones al ilustre botánico Hno. Sennen que valoró con su firma la publicación del “Catálogo de la Flora del Rif Oriental (1933) en el que figuran 2.700 especies y variedades de plantas pertenecientes a 111 familias, muchas de ellas nuevas para la ciencia, a las que los dos botánicos dieron los nombre de Hnos . de la Comunidad, Superiores, amigos y bienhechores.
Después de este trabajo, en los años 1937 y 1938, con falta de medios adecuados para su labor botánica, gracias al intercambio con especialistas nacionales y extranjeros, con la colaboración de los Hnos. Jerónimo y Rufino, de nuestro Colegio de Almería, reunión una gran colección de conchas de moluscos marítimos y terrestres. Los clasificaba, elaboraba las etiquetas y los colocaba en cajas que enviaba a los distintos colegios. Muchas de las conchas de moluscos que posee nuestro Museo pasaron por sus manos.
Todas sus herborizaciones estaban llenas de dificultades: a la falta de una mínima subvención se suma la abrupta orografía de la región, la falta de carreteras, el ardiente sol de África, la falta de agua… Los nativos de las cabilas se mostraban recelosos con la presencia de nuestros Hnos. Pronto se dieron cuenta de que los visitantes eran personas muy sabias. El Hno. Mauricio les dio a conocer las propiedades medicinales de algunas plantas, que ellos se limitaban a dárselas a las bestias. Su actitud recelosa se convirtió en admiración y veneración por nuestros Hnos. Ofrecen regalos propios de la hospitalidad árabe: huevos, té, dátiles… y sobre todo se ofrecen de guías para poder acceder a los lugares más complicados.
Estos años de labor tenaz tuvieron como resultado el rico herbario que se conservó en nuestro Colegio Nuestra Señora del Carmen de Melilla. Hoy, este herbario, se encuentra en el Museo de nuestro Colegio La Salle Virgen del Mar de Almería
En 1938 el Hno. Mauricio vuelve a la Península, destinado al Colegio de Córdoba, abierto cinco años antes bajo el nombre de “Cultura Española”. Los ochos primeros Hnos. habían comenzado allí las clases en 1933. Las leyes vigentes no favorecían la enseñanza religiosa. Los antiguos locales fueron reemplazados por la construcción de un magnífico colegio en la falda de la Sierra de las Ermitas. En Córdoba como en Melilla, el Hno. Mauricio continúa su formación intelectual y, en 1943, obtiene la licenciatura en Ciencias Naturales por la Universidad de Madrid. La Botánica fue el objetivo predilecto de sus estudios. Sus sólidos conocimientos científicos le permitieron ser un colaborador competente y muy ameno en la publicación mensual de la revista “Vida y Luz”. Sus artículos fueron firmados con las iniciales de su nombre de pila, Desiderio Arnaiz Molina, D. A. D.
El año siguiente es nombrado Subdirector de nuestro Colegio de San Ildefonso, en Santa Cruz de Tenerife. Para un botánico como él, es la partida para un paraíso de las plantas. Las Islas Canarias, en efecto, tienen una flora muy rica. Además, Tenerife ofrece a los amantes de la naturaleza el notable Jardín Botánico de la Orotava, ciudad situada en un valle, alabado por el geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt, como el más bello del mundo.
Todo iba bien, cuando una desafortunada caída, revela la existencia de un mal imprevisible: aparecen tumores en la región lumbar que revelan el “mal de Pott”. La primera operación, en enero de 1945, no ofrece los resultados esperados. El Hno. Mauricio, desalentado, vuelve a la Península. Una segunda intervención le devuelve el optimismo. Los doctores se sorprenden de su pronta mejoría.
En octubre de 1945 retoma su actividad docente en Córdoba. Sus clases son muy apreciadas y su competencia como profesor reconocida por sus alumnos. Al quehacer de las clases, añade sus artículos de divulgación científica. Durante las vacaciones de verano, acude al Escolasticado de Griñón(Madrid). Organiza el Museo de Ciencias Naturales y aprovecha para impartir una iniciación científica, teórica y práctica a los Hnos. jóvenes que están en formación.
En 1949 parte de nuevo para las Islas Canarias, y esta vez como Director del Colegio La Salle de Arucas. Fue el animador de numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas. Su ejemplo dejó huella en sus antiguos alumnos y una sólida formación religiosa.
El nuevo Director no podía olvidar su amor por las ciencias de la naturaleza; en la medida que le permitían los deberes de su cargo, aprovechaba los paseos de la Comunidad para recoger plantas y minerales que enviaba a los Museos de los colegios y a sus compañeros.
Hacia el final de su mandato como Director, su salud comienza a preocupar. Se explica en la clase con dificultad. Su valor sin embargo no disminuye y después de sus dos trienios (1949-1955) vuelve como profesor a Melilla. Ya no es el joven maestro ardiente y entusiasta que iba antes por montes y valles a la búsqueda de plantas desconocidas. Conserva la experiencia, la madurez y la competencia, pero añora el no poder haber hecho todo lo que quería.
En 1957 el Hno. Mauricio viene a nuestro Colegio La Salle de Almería. Su dificultad en expresarse le aparta poco a poco de la clase; continúa sus excursiones científicas en nuestras tierras, otro paraíso de los botánicos, ya explorado por el Hno. Jerónimo. El Instituto de Aclimatación de Almería, organismo oficial perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pone a su disposición un “ jeep” y chófer. Le acompaña un Hno. no menos entusiasta que él (el Hno. Rufino). Entre los dos, en menos de dieciocho meses, reúnen, clasifican y preparan más de 1500 plantas.
Nuestro Hno. Mauricio, además de científico, tenía un alma profundamente religiosa. Las maravillas de la naturaleza, islas, bellas flores, paisajes grandiosos, el instinto de los insectos, etc., eran para él motivos que le elevaban hasta Dios. “Alabemos al Señor que prodiga así las maravillas de su poder”, decía él.
Como profesor, daba a la educación cristiana el lugar de honor que le corresponde por derecho. Se preocupaba para que sus alumnos llevaran una vida verdaderamente digna de un buen cristiano. Les recomendaba, a menudo, que frecuentaran los sacramentos y una gran devoción a la Santísima Virgen.
Y es precisamente en la víspera de la fiesta de la Inmaculada Concepción, 7 de diciembre de 1959, cuando la hermana Muerte viene a tomar su alma para presentarla ante Dios. Los Hnos de la Comunidad echaron en falta su presencia en la oración de la mañana. Fueron a su habitación y se le encuentra muerto, víctima de una embolia cerebral. ¡Sorpresa general para los Hnos. y sobre todo para los alumnos¡ Numerosos antiguos alumnos se reunieron junto a su profesor. Durante toda la jornada hubo un desfile ininterrumpido de amigos y sobre todo alumnos.
Entre las autoridades del cortejo que acompañaba a nuestro Hno. Mauricio a su última morada, estaba el Alcalde de Almería, el Presidente de la Diputación, el Presidente del Instituto de Aclimatación, antiguos alumnos y otras personalidades de nuestra ciudad.
“Descanse en paz, y que el Señor le premie todos los trabajos emprendidos y realizados para ensalzar su gloria. Él, a quien el Hno. Mauricio veía a través de la asombrosa multitud y variedad de los seres de la Naturaleza”. (Hno. Rufino)